miércoles, 26 de junio de 2019

Crimen y castigo en el Olimpo de los dioses

Obra de Francisco de Goya El padre del dios Zeus -el titán Cronos- fue un criminal, que cometió el delito de asesinato  con sus propios hijos, además de actos de canibalismo. Cronos, devoraba a sus hijos recién nacidos -Hestía, Deméter, Hera, Hades y Poseidón-  para evitar que se cumpliera el presagio de que uno de ellos le arrebataría el poder. Su hijo Zeus fue salvado de la muerte por su madre Rea, huyendo a la isla de Creta para tener el parto, regresando después para simular otro parto y darle a Cronos un envoltorio, aparentado entregarle a su hijo Zeus para que lo devorara, cuando en realidad se trataba de una piedra, que Cronos  engulló engañado. Cuando Zeus se hizo adulto, su madre Rea dio un brebaje a Cronos para que vomitase a sus hijos -esto es cosa de dioses y nada es imposible-. Zeus, ayudado por sus hermanos liberados, por los Cíclopes y por los Hecatónquiros o Centímanos, derrocó a su padre Cronos y con él al viejo orden representado por los Titanes.

Según Ovidio, Hades persiguió y amó intensamente a la preciosa ninfa infernal Mente a la que transformó en una planta llamada menta para que su esposa Perséfone no tomara represalias contra la ninfa. De forma similar, la ninfa Leuce, a quien también había violado, fue metamorfoseada tras su muerte natural por Hades en un álamo blanco. En cualquier caso, podemos afirmar que el dios Hares no era tan cruel como su hermano Zeus, aunque en una ocasión no dudó en secuestrar  a Teseo y Pirítoo, que fingiendo darles hospitalidad, les preparó un banquete. Cuando la pareja se sentó, unas serpientes se enroscaron en torno a sus pies, atrapándolos. Teseo fue finalmente rescatado por Heracles.
Ahora bien, sí que Hades fue un dios despiadado, que no permitió a ninguno de sus súbditos volver a la tierra, entre los vivos. Sólo mostró clemencia una vez, cuando permitió a Orfeo, un gran intérprete musical, que éste se llevase a su esposa Eurídice de vuelta al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió, pero, cediendo a la tentación de mirar atrás, fracasó y volvió a perder a Eurídice, con quien sólo se reuniría tras su muerte. Este mito tiene una tremenda similitud con la historia de la mujer de Lot que narra la biblia en el libro del Génesis (Gen 19: 26).
Tampoco los múltiples hijos que el promiscuo dios Zeus engendró, estuvieron a la zaga de su padre en la carrera delictiva. Algunos de ellos destacaron como  contumaces delincuentes, tal es el caso del dios Apolo, hijo de Zeus y Leto y hermano gemelo de Artemisa, a los que parió su madre en la isla de Delos, donde se había refugiado de la ira de Hera, que descubrió que Leto estaba embarazada y que su marido, Zeus, era el padre.
El dios Apolo, que poseía múltiples atributos como ser el dios de la belleza, de la perfección, de la armonía, del equilibrio y de la razón, hasta tal punto que, posiblemente, después de Zeus fuera el dios más influyente y venerado de todos los de la antigüedad clásica; protector de la música y la poesía, del canto y de la danza; pues a pesar de sus muchos valores y virtudes, también cometió horrendos delitos.
El dios Apolo dio a Orestes, a través del oráculo de Delfos, la orden de matar a su madre, Clitemnestra, y al amante de ésta, Egisto, que reinaron en Micenas. Orestes fue ferozmente castigado por este crimen por las Erinias, quienes le persiguieron incansablemente hasta hacerle pedir la intercesión de Atenea, quien decretó que fuese juzgado por un jurado de sus iguales, con Apolo como defensor. De esta manera se preservaba la tradición ateniense de administrar justicia a través de un jurado
El dios Apolo violó a Dríope, que era pastora y cuidaba los rebaños de su padre cerca del monte EtaApolo la vio un día bailando en medio de los coros y se enamoró de ella, acercándose a la muchacha transformado en tortuga. La joven se puso a jugar sobre sus rodillas con la tortuga como si fuera una pelota, momento que Apolo aprovechó para adoptar la figura de un serpiente y unirse a ella. Algo parecido hizo con una princesa mortal llamada Leucótoe, hija de Órcano y hermana de Clitia; el dios Apolo se disfrazó como la madre de Leucótoe para lograr acceder a sus aposentos.
Por cierto, pese a los atributos que hacían de Apolo un dios muy atractivo, le rechazaron muchas mujeres, como Casandra, hija de Hécuba y Príamo, también le rechazó la ninfa Dafne, que para escapar de él pidió ayuda a los dioses y éstos la transformaron en laurel y también la joven Castalia, que huyó del dios y se zambulló en la fuente que había en Delfos al pie del monte Parnaso. Parece ser que el dios Apolo tuvo más fortuna con los hombres, pues tuvo como amante a Jacinto, un joven muy hermoso que murió golpeado por un disco que había lanzado el dios mientras ambos practicaban este deporte. Apolo, apenado, hizo que de la sangre del joven brotase la flor del Jacinto. Otro amante masculino del dios Apolo fue Cipariso, hijo del rey Télefo de Misia, que solía ir acompañado de un ciervo, regalo del propio dios Apolo y, cuando Cipariso mató al ciervo accidentalmente durante una cacería, pidió a Apolo que hiciera que sus lágrimas rodasen eternamente. Apolo accedió a la petición, transformando a Cipariso en un ciprés, del que se dice que es un árbol representativo de la tristeza, porque su savia forma gotitas en el tronco que asemejan lágrimas.
También Apolo cometió algún que otro asesinato, pues  mató uno a uno a los siete hijos de Níobe, esposa de Anfión, rey de Tebas, solamente porque Niobe presumía de ser más fértil que Leto, la madre de Apolo. También mató a Coronea, que era su amada, pero que compartía lecho además con un apuesto joven de Tesalia. Esta aventura de Coronea era ocultada a los dioses y a los mortales excepto a los cuervos, que hasta ese momento eran tan blancos como la nieve. Cuando una de estas aves observó aquella situación de deslealtad hacia Apolo, voló tan rápido como pudo para contárselo. Apolo en un arrebato de ira decidió matar a Coronea con una ráfaga de flechas. Coronea antes de morir pudo decirle a Apolo que dentro de su vientre llevaba un hijo suyo. Apolo desesperado y enfurecido con su actitud de arrebato y con el ave que le había transmitido la mala noticia, decidió cambiarle el plumaje a todos los cuervos y éstos se convirtieron en aves de color negro

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